
En una escalofriante escalada de tensiones, Rusia ha lanzado por primera vez un misil balístico intercontinental (RS-26 Rubezh) contra Ucrania desde que comenzó el conflicto armado. El proyectil cayó en una ciudad del centro de Ucrania, provocando incendios y graves daños materiales, aunque no llevaba carga nuclear. Este misil, que tiene un alcance de hasta 6.000 kilómetros, representa una clara advertencia tanto para Ucrania como para los países occidentales que le brindan apoyo militar, como el Reino Unido y Estados Unidos.

El ataque se produce como respuesta al lanzamiento reciente de misiles de crucero Storm Shadow por parte de Ucrania, armamento proporcionado por el Reino Unido. En las últimas horas, el presidente estadounidense Joe Biden autorizó a Kiev a usar misiles de largo alcance ATACMS contra territorio ruso, lo que generó una reacción inmediata de Moscú. En respuesta a estos desarrollos, Rusia ha revisado su doctrina nuclear, ampliando las condiciones bajo las cuales el presidente Vladimir Putin podría hacer uso de armas nucleares, un cambio significativo en la política militar del Kremlin.
El lanzamiento del misil intercontinental refuerza la advertencia de Moscú de que está dispuesto a intensificar la confrontación y que las fronteras de la guerra se han expandido a un nivel completamente nuevo. Desde Londres, se anticipa que el Kremlin emitirá una respuesta aún más contundente en las próximas horas, lo que incrementa la incertidumbre sobre la evolución del conflicto y la seguridad global.