
La situación en Cochabamba se vuelve cada día más crítica, a medida que el octavo día de bloqueos promovidos por seguidores de Evo Morales continúa aislando al departamento del resto del país. Este aislamiento no solo limita el acceso a bienes esenciales, sino que también desencadena una grave crisis económica.

La falta de insumos para la alimentación de pacientes en los centros médicos de la ciudad es alarmante. Además, solo un 25% de los transportistas que dependen del diésel están operando, lo que ha llevado a un desabastecimiento generalizado. José Orellana, secretario ejecutivo del Autotransporte de Cochabamba, señaló que muchos vehículos han dejado de funcionar y que los transportistas están haciendo largas filas por horas para conseguir combustible.
El impacto económico de esta crisis es devastador. La Federación Departamental de la Micro y Pequeña Empresa (Fedemype) ha reportado pérdidas diarias de 5 millones de bolivianos, mientras que Luis Laredo, expresidente de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba (FEPC), advirtió que la economía del departamento está perdiendo alrededor de 75 millones de bolivianos al día. Este colapso afecta a sectores cruciales como el transporte y la industria, que dependen de un suministro constante de diésel.
La falta de combustible también está repercutiendo en servicios públicos. El alcalde Manfred Reyes Villa ha priorizado el uso de diésel para los vehículos de recolección de basura, mientras que la Alcaldía opera actualmente al 50% de su capacidad.
La crisis en Cochabamba pone de manifiesto la necesidad urgente de un diálogo efectivo que permita superar estos bloqueos y restablecer el flujo normal de bienes y servicios. Es imperativo que las autoridades tomen medidas decisivas para evitar que la situación se agrave aún más, ya que la economía y el bienestar de la población dependen de ello