

La trayectoria política y militar de Juan Ramón Quintana ha estado marcada por su estrecha relación con dos de los períodos más oscuros de la historia reciente de Bolivia. De ser un funcionario en el régimen de la dictadura de Hugo Banzer, Quintana pasó a convertirse en uno de los hombres de mayor confianza del expresidente Evo Morales, involucrado directamente en algunos de los episodios más trágicos y sangrientos de su gobierno.
En 2001, mediante la Resolución Ministerial Nº 041, Quintana, que en ese entonces ostentaba el grado de mayor del Ejército, recibió un incremento salarial del 350% al asumir el cargo de Jefe de la Unidad de Análisis de Estrategias de Defensa (UDAPDE) el gobierno del fallecido presidente Hugo Banzer Suárez. Antes de su nombramiento, Quintana percibía un salario de Bs 3.314, que ascendió gradualmente hasta los Bs 3.964. Sin embargo, al asumir su nuevo cargo en la UDAPDE, su salario se disparó a Bs 14.000, un aumento que muchos atribuyen a su cercanía y los favores de la familia Banzer.
El 27 de enero de 2007, una carta firmada en el Penal de San Pedro por el exministro de Defensa, Fernando Kieffer, recordó a Quintana cómo su vínculo con los círculos de poder durante la dictadura le permitió «llegar muy pronto al estrellato». Este ascenso, facilitado por la lealtad a un régimen represivo, sentó las bases para su posterior influencia en el gobierno de Evo Morales.
Durante la administración de Morales, Quintana desempeñó un papel central en la ejecución de políticas de represión y control social que culminaron en algunos de los eventos más trágicos de la historia reciente del país. Como uno de los arquitectos de la estrategia de represión, Quintana estuvo involucrado en la matanza de Porvenir, la brutal represión en Chaparina, los conflictos cocaleros en Apolo, y otros episodios de violencia que dejaron profundas heridas en la sociedad boliviana.
Según analistas, su estrategia de militarización y control de la prensa no solo debilitó la imagen de Evo Morales, sino que también pavimentó el camino para una potencial crisis de ingobernabilidad que, en su etapa más crítica, podría derivar en un golpe o autogolpe de Estado liderado por el mismo Quintana.