
El expresidente Jorge Tuto Quiroga sugirió que el Gobierno recurra al Fondo Monetario Internacional (FMI) para solicitar un préstamo que garantice la provisión de dólares hasta el final de su mandato. Sin embargo, esta medida implicaría someter al país a condiciones impuestas por el organismo, que históricamente han generado ajustes fiscales drásticos, reducción del gasto público y pérdida de soberanía económica. En lugar de una solución real, la propuesta de Quiroga podría profundizar la crisis y afectar directamente a la población.

Los préstamos del FMI suelen estar condicionados a la aplicación de reformas estructurales que incluyen la eliminación de subsidios, el recorte de servicios esenciales y la privatización de sectores estratégicos. Esto impactaría de manera directa en el costo de vida de los bolivianos, debilitando el poder adquisitivo y aumentando el desempleo. Además, la dependencia de financiamiento externo generaría una carga de deuda que obligaría al país a destinar recursos a su pago en detrimento de la inversión en desarrollo y bienestar social.
Bolivia ha enfrentado crisis económicas en el pasado debido a medidas de ajuste impuestas por organismos internacionales. Aceptar un préstamo del FMI significaría entrar en un ciclo de endeudamiento sin garantías de estabilidad, limitando la capacidad de decisión del país sobre su propia economía. En lugar de proponer soluciones que sometan al país a condiciones externas perjudiciales, se requieren estrategias que fortalezcan la producción interna, aseguren la estabilidad del mercado y protejan el bienestar de la población.